"Pronto volverá... Tengo mucho miedo, mi mejor amiga, la única que lo sabe, me ha dicho que lo denuncie... Pero no puedo, lo sigo queriendo... A pesar de todas las palizas que me ha dado, de los insultos que me han deprimido bastante, de las violaciones... Le sigo queriendo, no lo entiendo, ¿dónde está el maravilloso hombre con el que me casé?
Ya ha vuelto, oh... Viene enfadado del trabajo... Eso pinta muy mal..."
-¡RocÃo! ¿Dónde estás?
RocÃo sale de la habitación con los ojos enrojecidos, llevaba toda la tarde llorando.
-¿Qué has hecho esta tarde?
Le pregunta Enrique, su marido.
-No he salido de casa.
-Ah, ¿no?, ¿y qué hace esa pelÃcula ahÃ? Nunca la habÃa visto por aquÃ.
-Me la ha traÃdo Ana para que la vea, dice que está muy bien.
-¿Ana? Seguro que fue Ana? ¿No será el rubito ese?
-¿¿Que rubito?? Ha sido Ana de verdad, llámala si quieres y le preguntas.
-Yo no tengo que llamar a nadie. Me harto de trabajar como un cabrón todos los dÃas para llegar a mi casa y ver que mi mujer me la pega con un rubito de bote.
-Enrique, yo sólo te quiero a tÃ. No conozco a ningún rubito, no salgo de casa asà que casi no conozco a nadie...
-Ni falta que te hace conocer a nadie, tú eres mÃa y punto.
A RocÃo le molestó mucho ese comentario.
-Yo no soy de nadie, yo mando en mà misma, y a partir de ahora las cosas van a cambiar, ni tú ni nadie me va a decir lo que tengo y no tengo que hacer. En mi vida mando yo, ¿entiendes?
Enrique se quedó con la boca abierta, su mujer nunca en la vida le habÃa hablado asÃ. No lo podÃa consentir, pero que se creÃa, él la mantenÃa asi que tenÃa derecho a mandar sobre ella.
-¡A mà no me vuelvas a hablar mas asi!
Enrique la cogió por el pelo y la tiró al suelo. Empezó a pegarle patadas.
Roció ya estaba harta, siempre igual, siempre buscaba cualquier tonterÃa para pegarle. Decidó que esto no podÃa seguir asÃ, por mucho que lo quisiese, por mucho que le doliera, tenÃa que denunciarlo...
Roció se levanto con mucho esfuerzo y se dirigió hacia la puerta, pero Enrique fue más rápido que ella y la volvió a tirar al suelo de un fuerte golpe en la cabeza con un cenicero de cerámica que tenÃan en el salón.
Roció cayó mareada al suelo. SentÃa en su cabeza un lÃquido correr... Levanto la cabeza, habÃa sangre en el suelo y le dolÃa terriblemente la cabeza.
Volvió a acostar la cabeza en el suelo, sentÃa que las pocas fuerzas que le quedaban se iban desvaneciendo...
De la boca de RocÃo saÃó un suspiro que formaba la palabra "TE QUIERO" y sintió que se le nublaba la vista.
Lo último que vió RocÃo fue a su marido quitarse la vida con un cuchillo, estaba muy arrepentido, pero ya era demasiado tarde...
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