Esto es original hecho por mi, agradeceria que se abstengan copiones y demas. Disfrutenlo
Hace frÃo... No se quien me estaba mirando, pero tenia el la cara tensa, estaba nervioso. No entendÃa ni una palabra de lo que decÃan pero intuÃa que sucedÃa algo malo. ¿por qué me sentiré tan mal? Solo quiero una vida un poco mejor, pero todo eso empezará cuando haya pagado todo lo que esos amables señores me prestaron. Se los debo todo, asà podré ayudar a toda mi familia. Me estoy mareando, y esta gente solo hacen irse de un lado a otro muy nerviosos cuando me ven.
.......
- Sufre de hipotermia, o lo calentamos pronto o este chico se nos va...
- Viene muy mal, es inhumano lo que hacen con estas personas
¿ Que diablos pasa? ¡ Déjenme en paz! Solo quiero ayudar a mi familia... Uh, me siento realmente mal...
- Se ha desmayado, pero va recuperando la estabilidad, será mejor que le deis una manta térmica y os lo llevéis al hospital, a este chico le queda mucho viaje aun.
Han pasado 3 dÃas desde que en las noticias salieran unas imágenes ya normales para las televisiones de AndalucÃa, una patera llena de inmigrantes y tratados como peor se puede tratar a un ser humano. Muchos murieron ahogados o de hipotermia, los que no, salieron corriendo en busca de un futuro mejor en el que creÃan seria su nuevo paÃs, donde se enriquecerÃan pronto, hecho que aseguraron los mafiosos en Costa de Marfil, la tierra natal de la mayorÃa de inmigrantes. Uno de los pocos que se quedaron con la patrulla guardacostas, fueron una mujer con su hijo recién nacido y Shion, un chico de unos 12 años que en estado de shock, no hablaba con nadie. Recuperado de la grave hipotermia que sufrió durante la travesÃa., estaba nervioso mirando a todos lados, buscando en puertas y ventanas algún indicio de la oportunidad para escapar, al igual que sus compatriotas.
Dos enfermeras estaban hablando en el pasillo sin perderle de vista:
- ¿Y que tal el chico marfileño?
- Bien, un poco asustado, pero es normal. La muchacha del niño recién nacido nos dijo su nombre. Al parecer vivÃan en el mismo poblado, pero esto es lo de todos los dÃas.
- Ya, y lo peor de todo que por muy grave que este la situación, me estoy llegando a acostumbrar a esto, a que haya gente en el mundo que sea capaz de jugar con el futuro de estas personas y que nos vengan a nosotros asustados, enfermos o incluso muertos.
- Lo se, sé esta volviendo una rutina muy triste. Bueno que, ¿Te apetece tomar un café?
- Bueno, a ver si me relajo un poco
Las enfermeras se fueron a la cafeterÃa del hospital, y el pasillo quedó vacÃo de toda persona. Shion notó mucha tranquilidad y en su mente solo anidaba una idea: escapar. Se levanto de la cama y apenas saltar de donde estaba postrado, echó a correr, aunque torpemente, por el pasillo buscando cualquier indicio de brisa, esperando encontrar asà la puerta de salida. Fue un tortuoso camino en el cual estuvo a punto de ser pillado por los guardias de seguridad, pero tras media hora de camino, halló la salida. Tras esa puerta, Shion sabÃa que le esperaba el principio del resto de su vida. Con lo poco que llevaba encima, el batÃn del hospital, salió a correr por al calle buscando un escondite.
Han pasado ya dos meses de aquello y no se que fue mejor, la verdad que no he vuelto a saber de los hombres que me trajeron, pero por esa razón no he podido enviarles dinero a mis padres, no se como estarán, pero espero que bien.
En este tiempo, Shion se ha dado cuenta de la realidad que le aguardaba en tierras ibéricas, ni mucho menos el paraÃso lleno de trabajo que le prometieron en su dÃa. Con el tiempo consiguió unirse a una pandilla de chicos en la misma situación que él. Estaban los hermanos Saga y Kanon, dos chicos subsaharianos que vinieron en otra patera, pero que no cayeron enfermos y pudieron huir a tiempo. Luego estaba el mas pequeño de todos, Aioros, pequeño pero muy escurridizo e inteligente pero el que mandaba a todos y el que organizaba los atracos y nos traÃa de comer era Aldebarán, un chico ruso de 16 años que vino aquà hace mucho tiempo, pero esta lleno de cicatrices por las peleas que tuvo.
En este tiempo, todos estaban todo el dÃa robando, drogándose con pegamento y durmiendo en las calles, pero Shion sentÃa que no era el camino correcto y se equivocó cuando vino.
Un dÃa como otro cualquiera, Shion y su pandilla se disponÃan a robar en un mercadillo, pero algo pasaba en la pandilla y se notaba un ambiente tenso entre el lÃder y el nuevo, Shion.
- No Shion, lo haremos a mi manera. No te creas nadie porque aquà mando yo.
- Pero Aldebarán, si lo hacemos asà nos van a pillar, estoy seguro.
- No vuelvas a contradecirme o te mato.
- Vale vale, tranquilÃzate, pero sigo opinando que asà nos va a ir mal.
Airoso, pendiente de todo esto, toco la espalda de Shion en señal de aprobación, ya que él opinaba lo mismo. En cuanto Aldebarán dijo todas las instrucciones, todos fueron al mercadillo.
Empezaron a correr alargando las manos y cogiendo todo lo que podÃan de los tenderetes, pero un golpe seco sonó en medio de la calle. Uno de ellos se habÃa caÃdo al tropezar con un cesto, era Shion...
- No puedo creer que este inútil se haya caÃdo, nos va a arruinar todo esto.
- Tranquilizate Aldebarán, yo y mi hermano Saga iremos a por él.
- Dejadle ahà tirado, no vale nada...
Saga y Kanon hicieron caso omiso a las ordenes de su jefe y corrieron en socorro a Shion, pero una figura amenazante y enorme salió del puesto que tenÃan al lado y un tendedor salió en busca de los chicos, lo cual hizo que los hermanos salieran huyendo.
Shion, atontado por todo aquello, apenas habÃa levantado la vista y vio acercársele un hombre forzudo y corpulento con un palo en la mano, furioso.
- Ven aquà moro de mierda, a mi n me volvéis a robar y de paso me pago contigo todo lo que me habéis robado.
Los ojos vidriosos del chico estallaron en lágrimas cuando un golpe achacó su espalda, provocándole un latigazo de dolor indescriptible. Una y otra vez, los golpes se sucedÃan en su cuerpo mientras toda la furia del comerciante estaba siendo descargada sobre el pobre muchacho, que ya incluso se quedaba quieto del dolor que recibÃa. Shion, en un último esfuerzo, salió corriendo de allà a duras penas y con la espalda encorvada, ya que el dolor no el dejaba ni apenas respirar.
Los gritos del hombre se dejaron de escuchar y entonces Shion se dejó caer contra la pared, rompiendo a llorar
Esto no es justo, la vida me trata tan mal y no se que hice para merecer esto, veo todo oscuro y no veo salida, no se donde encontrar ayuda...¿qué es eso?
A Shion le habÃa llamado la atención u cartel con una palabra en letras grandes que habÃa aprendido a leer, y de haberla oÃdo en muchos sitios.
So.....li.....daaaa......ri....dad.
De que me sirve, nadie puede arreglar el mundo con eso que llaman solidaridad.
En esto que un hombre pasó por delante del chico y al verlo tan desvalido, le tiro una moneda. Cuando Shion vio la moneda en el suelo, sintió varias cosas. Sintió que ese dÃa podrÃa comer, pero sabÃa igualmente que no le durarÃa mucho. En realidad, se dio cuenta de que el euro que le habÃan ofrecido no daba muestra de verdadera pena, solo le permitÃa alargar su sufrimiento un dÃa más y asà recibir mas golpes al dÃa siguiente, cuando necesitara robar de nuevo para comer. Ese no era el camino.
El hombre, reiniciando su marcha, notó que algo le tiraba del brazo. Se giró, y vio a aquel niño de pie con algo en la mano, era la moneda. El señor, con cara de asco, se retiró.
- No quiero nada, no me hace falta, aléjate de mi, no me vayas a pegar nada contagioso.
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Shion entendÃa poco castellano, pero aquellas palabras resonaron en su mente con una fuerza que incluso le dolÃa mas que los golpes recientemente recibidos. Dos lagrimas cayeron por sus mejillas de ébano al mismo tiempo que la moneda caÃa al suelo. Todo tipo de pensamientos pasaron por su mente a la vez que se daba cuenta de su propia realidad, era un apestado para esa sociedad que definitivamente le habÃa dado la espalda. Se sentó suavemente apoyándose en la pared y comenzó a llorar suavemente, sin apenas levantar ruido, pero realmente estaba destrozado, aquello le marcarÃa para siempre y hundió su cara entre sus rodillas, dispuesto a desaparecer sin esperar que a nadie le importara.
Pasaron las horas y seguÃa doliéndose de sus golpes, pero aun mas se dolia del rechazo que originaba ser extranjero. Repentinamente, sintió un calor que le envolvÃa suavemente y podÃa sentir una textura tan suave que pareciese que estuviera armado contra todo, se sentÃa protegido.
Apenas levanto la mirada, y su mirada cruzo con otra mirada que transmitÃa tranquilidad, serenidad y seguridad. Era una anciana de unos 60 años, que le habÃa arropado, enternecida por la escena que habÃa estado contemplando desde el otro lado de la calle desde hace un rato.
- ¿Estas bien?
Aquellas palabras sonaban tan bien que Shion no creyó haber oÃdo unas palabras tan lindas en su vida. Todo era perfecto de repente.
La anciana, conmovida, ofreció su débil hombro al muchacho para que se incorporara. Shion, con mucho esfuerzo y con las heridas haciendose notar mas que nunca, se levantó y con una mirada profunda, le dio las gracias a la anciana.
- Vamos a tomar algo, creo que lo necesitas
Es curioso como todo cambia en momentos. La solidaridad puede que exista, y no creo que esté en darme dinero, sino todo lo que esta mujer ha hecho en un momento, podrÃa parecer poco, pero es útil. Es curioso como me ve como a un ser humano, y no como a un inmigrante, al que rechazan todos. Quizás, después de todo, la solidaridad no esté en alimentar mi estomago, sino en alimentar mi alma, algo que ya creà que morirÃa sin remedio, pero aun queda esperanza para esa palabra. Igual que para mi.
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