Imaginad que nuestro mundo, nuestro planeta, es una probeta, en la que un Dios perverso, maquiavélico y curioso experimenta. Ha empezado a crear seres nuevos con distintas fórmulas, en distintos medios, usando distintas materias... en busca de un monstruo, de una máquina perfecta, hecha a su imagen y semejanza, pero sin sus limitaciones mecánicas y sus dependencias exclusivas, una criatura capaz de adaptarse a cualquier lugar y situación, un ser que tenga las cualidades de tantos y tantos especÃmenes creados anteriormente. Una máquina creada a partir de componentes del medio en el que vive, con una estructura capaz de mantenerse por si misma, con un sistema tan potente, eficaz, preciso e inteligente que le permite vivir cien años por si mismo, un sistema orgánico cuya fuente de energÃa es su entorno, aire, agua, proteÃnas, vitaminas... Esta criatura incluso puede llegar a buscar su propia perfección, evoluciona por sà misma, además puede regenerarse y multiplicarse durante más de las tres cuartas partes de su vida.
Este Dios perverso ha enviado señales a su criatura, le ha hecho ver que El existe como creador, como padre, como arquitecto. Ante este poder... el monstruo se ha visto subyugado a las leyes que impone su creador durante parte de su vida. Pero ahora la criatura, buscando su propia evolución inconscientemente, tal y como fue programada, se está alejando de la maquina todopoderosa, ha empezado a desconectarse, a desarraigarse de su origen, porque ha visto como ella misma puede ser Dios, y puede generar tanto o más poder que su creador. Ha dejado de creer, y ha empezado a crear...
¿Hay algo más preciso y perfecto, para un humano, que una máquina, un microprocesador, que con solo unas micras de tamaño es capaz de hacer millones y millones de cálculos?. La criatura ha visto como puede crear su propia criatura de silicio e impulsos eléctricos, ceros y unos. Ahora la criatura quiere crear un ser a su imagen y semejanza, un ser por el cual no pasen los años, una máquina capaz de realizar las mismas tareas que su padre. Un conjunto de chips pensantes y autónomos, capaces de generar su propia energÃa, con una inteligencia artificial progresiva. Capaz de detectar fallos en si mismo y corregirlos, y por ende no volver a cometerlos. Una máquina perfecta que vive en una probeta virtual, un entorno infinito, limitado solo por su capacidad de entendimiento temporal. Una creación perfecta, independiente absolutamente de todo, incluso de su creador, capaz de generar sus propios mundos virtuales. El humano a elegido ser Dios, pero no quiere ser descubierto, anhela tanta perfección en su creación que la ha dejado al libre albedrÃo, fuera de influencias, una máquina creativa, autónoma... |