Era principio de verano. Almudena y Juan, que era una feliz pareja casada estaban planeando sus vacaciones en una cabaña que había de alquiler cerca del lago.
Cuando estaban guardando el equipaje en el coche, se acercó su vecino José para desearles buen viaje. José les pregunto que donde iban a pasar las vacaciones y Juan le contestó que este año iban a ir a una cabaña que había de alquiler cerca del lago. Cuando se enteró del lugar donde iban, se echo las manos a la cabeza y les dijo que estaban locos pues había oído una leyenda de ese lugar la cual decía que un niño que murió hace varios años se les aparecía a todas las personas que iban allí. Se escuchaban las risas del niño y el correteo de él. Almudena y Juan le dijeron a José que eso eran simples leyendas y no le hicieron caso. Cuando terminaron de guardar todo el equipaje en el coche, emprendieron su viaje hacia el lago.
Después de largas y agotadoras horas de viaje, por fin llegaron a la cabaña. Corría una ligera brisa, la cual hacía más agradable la estancia en el lugar.
Comenzaron a sacar el equipaje del coche y a guardarlas en la cabaña para dar un paseo cerca del lago. Cuando llegaron allí se encontraron con un hermoso paisaje.
Se acercaba la noche y la pareja decidió volver a la cabaña para guardar la ropa en el armario y preparar algo de cenar. Mientras comían escucharon unos ruidos muy raros que provenían del interior del bosque, pero no hicieron mucho caso, pensaron que seria algún animalito que habría por los alrededores.
Terminaron de cenar, se pusieron a jugar un poco a las cartas para entretenerse antes de irse a dormir. Cuando dieron las 12 de la noche, la pareja recogió la mesa y se fueron a dormir.
A mitad de la noche Juan escuchó unos pasos cerca de la cabaña y unos golpes en la pared que lo alertó en seguida. Se levantó sobresaltado de la cama, se dirigió al exterior de la cabaña, miro a los alrededores y no veía nada, pero cual fue su sorpresa cuando miro hacia el coche y se dio cuenta que las ruedas estaban pinchadas. Afortunadamente en el remolque del coche tenía unas ruedas de repuesto que sólo le servirían para volver al pueblo. Se giró para entrar de nuevo en la cabaña y observó una sombra de un niño que se dirigía al dormitorio donde estaba dormida su mujer. Corrió velozmente al dormitorio, pero al llegar allí vio que no había nada fuera de lo normal, excepto uno de los cajones del armario donde guardaba unos papeles que tenia que arreglar del trabajo, los cuales vió tirados en el suelo. Sin darle la mayor importancia guardó los papeles y se volvió a acostar. Tardó un buen rato en dormirse pues no paraba de escuchar aquellos ruidos.
A la mañana siguiente se lo contó todo a su mujer, ella no creía nada de lo que estaba diciendo, creía que todo era una broma para meterle miedo. Cuando terminaron de desayunar fueron al lago para darse un baño, pues hacía mucho calor.
Cuando llegaron al lago, soltaron las bebidas, la ropa y se dieron un baño en el lago. Al salir del agua se encontraron con que su ropa no estaba y las bebidas estaban derramadas por el suelo. Almudena se asustó mucho y empezó a creer todo lo que su marido escuchó por la noche. Se dirigieron a la cabaña, se pusieron algo de ropa y empezaron a buscar por los alrededores para ver si había alguien por allí cerca.
Después de estar aproximadamente 40 minutos buscando por los alrededores, se encontraron a otra pareja que estaba pasando allí sus vacaciones. Comenzaron a hablar y vieron que les había pasado lo mismo que a ellos. Era algo extraño y decidieron pasar una noche juntos para que por turnos se mantuviera uno despierto por si veían a alguien por la zona. La primera pareja a la que le tocó fue a la de Almudena y Juan. Al principio la noche fue muy tranquila, tenían que estar cinco horas sin dormir, sólo vigilando por si ocurría algo extraño. Le empezó a entrar sueño a los dos y al cabo de dos horas se quedaron dormidos. Al rato de haberse quedado dormidos el niño entró en la casa sigilosamente. Se dirigió hacía la cocina, abrió el cajón donde estaban los cubiertos y cogió el cuchillo más grande y oxidado que había en el. Fue hacía el salón, miró fijamente a Almudena y a Juan, tras un buen rato observándolos se fue hacia la habitación donde se encontraba la otra pareja. Cogió el cuchillo con la mano izquierda y al tropezar con una de las maletas que había en la habitación cayó directamente sobre la chica, clavándole el cuchillo oxidado en la pierna derecha. Ella se despertó sobresaltada y gritando despertando a todos los demás. Miró hacia su pierna, la cual le dolía bastante y vió el cuchillo clavado, pero no veía a nadie, lo cual era bastante extraño ya que le acababan de clavar un cuchillo, y ni su marido, ni Almudena, ni Juan podrían haber sido pues en el momento de lo ocurrido ellos estaban dormidos. Almudena y Juan al escuchar los gritos de María empezaron a correr lo más ligeros posibles hacia la habitación, Almudena se desmayó al ver la sangre y el cuchillo oxidado clavado en la pierna de María.
Al ver la situación en la que se encontraban no dudaron en recoger todas sus cosas e irse para el hospital para que María pudiera ser atendida. Al montarse en el coche vieron una nota, en la cual ponía: “Soy el niño que murió aquí hace cuatro años, desde entonces casi nadie viene por aquí, pero el que se atreve a venir le pasa lo mismo que me pasó a mí. Si no queréis que os pase nada, marcharos de aquí y no volváis nunca. Si sabéis de alguien que quiere venir por aquí avisarle antes de que sea demasiado tarde.”
Al leer esa nota, no dudaron en recoger todas sus cosas lo más rápido posible y marcharse del lago. Lo primero que hicieron al marcharse de allí, fue llevar a María al hospital.
Al cabo de unos cuantos de años unos amigos suyos le propusieron ir de vacaciones al lago. Ellos le dijeron que no, y que mejor que ellos tampoco fueran. Recordaron lo que el niño les dijo y también lo que les había pasado y se lo contaron a sus amigos, los cuales no se lo creyeron y se fueron al lago. Al cabo de unos días se enteraron de que habían muerto y decidieron escribir lo que les había sucedido en un periódico para que la gente no fuera allí y no le pasara nada.
La gente no reaccionó como ellos habían querido que reaccionaran, y pasó lo que el niño dijo, que todo el que fuera MORIRÍA.
A partir de ese momento Almudena y Juan empezaron a creer en todas las leyendas, por lo cual vivieron muchos años y no les hizo falta irse de vacaciones a ningún lado, porque ellos eran muy felices juntos.
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